lunes, 16 de agosto de 2010

Debía pensar que, a veces, la espontaneidad no hace mal. Cada tanto uno se arrepiente pero, aunque las cosas puedan volver atrás, prefiere quedarse con el remordimiento. Debía haber sido de noche, pero las cosas se apuraron junto con su indecisión. No podía controlar sus propios latidos, su propia respiración e inclusive el flujo sanguíneo, en el momento deseado las cosas se fueron de control. Poco a poco el guión se iba escribiendo mientras actuaba. Al final, quizás cuando alguna otra herramienta no tuvo, pudo soltar la verdad.
Un cambio irónico, no tan malo como lo parecía.

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