lunes, 22 de noviembre de 2010

Cuando su madre me dejó entrar por la puerta delantera, la cual se encontraba hermosamente decorada por simpático papá noel, le sonreí y le pregunté como se encontraba en el día. Respondiendome rápidamente, me señaló el cuarto pasando un pasillo al fondo. Toqué la puerta pero no recibí respuesta, por lo que entré lentamente. Lo pude ver de espaldas, lo que me dio la impresión de que el cuarto no seguía las reglas básicas del feng-shui, pero podía notar que se encontraba sumergido en un cuaderno, con una lapicera en una mano y la otra revolviendo el suave cabello.
-Um, Johnny, hola. Tu madre...
No logré terminar la frase al ver que se dio vuelta y me miró con sus ojos marcados por dos lineas violetas por debajo. Si bien solo la luz del velador iluminaba el cuarto, se podía notar la expresión cansada de los labios, cuando intentó hablar y palabras secas salieron.
-Ah, hola. Me tregiste lo que te pedí?
Asentí con la cabeza y empecé a revolver por las cosas de mi mochila. De allí saqué un viejo videojuego que mi hermano había guardado por simple cariño, pero nunca había vuelto a jugar.
Me impresionó ver sus ojos iluminarse y despertarse. Se acercó a mi y me dio un beso en la mejilla, con un simple agradecimiento tomó de mis manos el juego y abrió las puertas de vidrio de un estante, uno cercano al televisor. Desenchufando y realizando su acción contraria, prendió el televisor y lo puso en modo vídeo. Enganchó, puso (no sabría el término correcto) el juego que le traje en una consola vieja, de la cual tuvo que apretar varias veces un botón para que reaccionara, y dejó su vista fija en el televisor, con ambas manos en el control. Me acerqué con cuidado, como si haciendo algún ruido lo sacaría de ese trance, y me senté a su lado.
No hice ninguna pregunta, tampoco comenté detalles, mientras pasaba los niveles. Me costó pensar que, después de todo, podría perturbar mi presencia su magnifico juego. Después de matar a lo que decía ser el jefe, me miró de reojo y habló
-Esto me va a servir un montón, gracias che.
Simplemente le sonreí y lo dejé continuar, al ver que había pausado el juego especialmente para hablarme. Me paré mientras el seguía destruyendo mounstritos, como si se supiera el juego de memoria, y me acerqué a sus anotaciones. Junto con varios diseños, los cuales pude notar que lo eran porque estaban nombrados pero debo decir que sus trazos eran inentendibles, pude ver laberintos dibujados y un poco de programas escritos, lo cual no entendí ni la mitad.
Y si bien me dio intriga, tuve que callar y esperar a que terminara de jugar para enterarme que se le ocurrió una historia, que deseaba empezar a diseñar para jugar en una plataforma en la cual se pudiera meter y lo que yo le traje le podría dar nuevas ideas.
Tuve que callar, sabiendo que cualquier comentario mio era en vano. Porque, para él, su creación era lo único que escucharía en el momento.
Si tuviera que contar, creo que podría hacerlo con los dedos de las manos. Son pocas las personas que deciden soñar. Encerrados en un cuarto con, posiblemente, poca o nula luz natural, dejándose caer en una silla, en la cual se nota que se pasan horas, debido al cansancio pero sin querer dejar ir.

lunes, 15 de noviembre de 2010

Cuando abrió el placard nunca pensó que se encontraría en una guerra contra el espejo. No era de ella, no lo hacía siempre, solía ser una persona conforme con su cuerpo. ¿Qué la cambió?
Recodró tan fuertemente el dolor que, a pesar de haberse agarrado de uno de los estantes, no pudo evitar caer de rodillas al piso. Su mano enseguida llegó hasta su boca, sus ojos se llenaron de lágrimas al momento que los cerraba. ¿Qué se cambió?
Si en sus odios dejaran de sonar levemente las palabras que le dijeron. Ojalá el mundo dejara de dar una imagen, pero lo que ella siempre amó se dio vuelta para mirar la televisión. ¿Quién lo cambió?
Entre ese reflejo que se quiere demostrar para que todas sean igual de vacías, o igual de inteligentes, horror le causó empezar a pensar con su propia moral. De tal modo se conocieron, ¿por qué cambió?
Respirando a grandes bocanadas, logró volver en sus pies y desear que el dia termine rápido. Preguntandose constantemente, deseaba que el tiempo se acelere. Por más que la gente le hablara constantemente sabiendo su dolor, no la detendrían de pensar. ¿Por qué ella cambió?
Siempre se quedó con la duda sobre si sus pensamientos eran los errados, si la gente mejor la quería ignorando todo eso que habia empezado a crecer como su nueva fe. Esperanza era lo que necesitaba y aquello se lo daba, lo que no quitaba que ese hombre le daba lo que le quedaba de apollo moral. ¿Cómo cambió?
Si quiero ser más fuerte, quisás deba cambiar todo lo que soy, pensaba. Por lo que le decian, le convenía ser lo que las opiniones decían y evitarse seguir naufragando, solitaria, por este mar donde él la solía acompañar.
Mañana quisás se deje de hacer preguntas y siga la corriente.
Una manera de ver el sufrimiento ajeno es verlo como intento de llamar la atención. Por más que lo haya pensado, llegado el momento, pude sacar otras conclusiones. No creyendo que sean certeras; puedo decir que la necesidad del sufrimiento no viene para hacer la vida más interesante o para que los demás se fijen en uno, si no para desquitar el horror que surge en la persona. Un ejemplo serían las lágrimas, ¿por qué se llora al sentir dolor? Además de ser un sistema de defensa del organismo, es una manera de quitarnos de aquello que sentimos dentro. Muchas veces el autoflagenarse ha sido visto como un simple llamado de atención que se encuentra de moda, sin embargo, para mi son lágrima. Lágrimas de aquellos que ya se encuentran tan acostumbrados a llorar que el temor que sienten lo quitan por otro lado.
Entonces, sabiendo que el sufrimiento es necesario (hablemos en serio, no es evitable aunque hablemos del sufrimiento por ver una mosca muerta) y que las lágrimas no se pueden evitar cuando salen, entonces, ¿cómo tratar a alguien que se hiere a si mismo para quitarse el dolor y el temor?
Dandole una razón por la cual no hacerlo, que ya depende de la víctima.
(Lo que quiero decir no creo que se entienda, pero bue. Si bien hablo de la gente en general, tambien estan los que se cortan por moda y los que lloran por cualquier boludes. Obvio, siempre los hay, pero hablo de temas serios acá. Creo que inventé una palabra por ahi jajaja)

viernes, 12 de noviembre de 2010

Pasadas muchas décadas (o mejor dicho, siglos) se podía observar a las más bellas o aquellas sobre las cuales los años les pasaron, danzar eróticamente bajo la gran cascada. Baño, lo llamaban, pero no me sería extraño imaginar que un par de ojos observadores siempre se encontrarían escondidos tras un árbol esperando el espectáculo. Generalmente iban de a dos, pero se daban las espaldas. Las más pequeñas reian y corrian mientras lo que solían llamar patrona o madre se fijaba en que se limpiaran.
Una noche de un miércoles, aunque el fantasma del día siguiente susurrara en sus oidos y se sintiera un pesado domingo, una joven de piel morena y gruesos labios se dejaba caer en el agua. Su largo cabello se empezaba a pegar a su cuerpo como una fina manta, hasta que ella lo recogiera y dejara observar las suaves curvas de su cuello.
Dejó apoyar su espalda sobre la firme piedra de la montaña, la cual era mucho más suave de lo que había imaginado, y se dejó caer lentamente. Las gotas de la cascada no caian fuertemente, si no que dejaban un masaje sobre su espalda y hombros. El perfume de la noche la embriagaba y, en ese momento donde la tuvo que girar la perilla con agua caliente porque se le bajaba la preción, logró entender que su realidad se encontraba lejano a lo que sus sentidos podían percibir.

(locura y realidad)

domingo, 7 de noviembre de 2010

La canción del cuervo (II)
[ . mirandote veo mi reflejo. Sos mi espejo, aunque solo quisiera ser tuyo . ]

Cantidad de veces he dicho que la paciencia, hoy día, es poco admirada pero demasiado necesitada. Si no fuera por las largas horas de espera o la inmensa necesidad de tenerla ya frente a mis ojos, quisás no hubiera dicho nada. Por lo que me caracteriza, se puede decir que tengo la capacidad de soportar más que otros. Me adulo a mi mismo, como si pudiera superar todos esos dolores que me rodean, y no es así. Sin embargo, si puedo nombrar mi paciencia.
Hace cuatro añ0s y unas tres semanas, un par de días más, todo lo que me tocara significaba un sufrimiento y algo nuevo que decir. Caminar por las calles y mirar los cielos mientras filosofaba y nombraba estupideses ignorantes eran mis pasatiempos. Tanto tiempo pensando, logré crear mi propio mundo encerrando todo lo que no sabía y creía saber en una buruja que alejaba al mundo. Increible lo feliz que era.
Cuando entré a la nueva secundaria, pasando de ir de una costosa privada a lo que mis padres decidieron mejor para mi, una pública nombrada comunmente, recibí un par de piñas -literalmente- por mi arrogante pensamiento. A pesar de todo, logré instruirme más de lo que jamás hubiera imaginado, dejando que esta burbuja fuera desapareciendo lentamente. Me enamoré, hice amigos, investigué, amé mi nueva secundaria aunque dejara de lado mi felicidad por la dura realidad.
Es por esto que, cuando entré a trabajar como un simple asistente a mi viejo colegio, tuve que tragarme mis ganas de reir. No fue fácil, sobretodo al ver a los mismos profesores de hace diez años dando las mismas clases. Mordiendome la lengua, intenté sonar formal y con autoridad, haya funcionado o no, la sonrisa encantadora de las jóvenes alumnas solucionaba gran parte de mis cuestiones.
Me senté en un asiento vacío al lado de una de las pequeñas. Su cabello largo evitaba que la mirara a los ojos, hasta que levantó la vista y unas oscuras órbitas miraron al frente. Su postura firme y el brillo de la clara piel me mantuvieron impactado, parecía que estubiera observando a una muñeca de porcelana de la época gótica. Cuando vio mi mirada fija en ella, su rostro tomó un suave color rosado, al cual sonreí. Volviendo a sus notas, no dejé de observarla durante esa clase.
No me pareció extraño que las alumnas me preguntaran si tenía novia, donde vivía, que estudiaba. En los tres casos, mentí. Me divertía viendo sus rotros sonreir e ilusionarse, desilucionarse y volver a encenderse para crear una nueva prgunta. Habiendo estado en su edad, me divertí recordando cuando yo solía estar del otro lado. Acercandome y susurrando les pregunté el nombre de la joven al lado mio, provocando que se miraran entre si y fruncieran el ceño.
- ¿Para qué queres saber su nombre? - contestó una de cabello demasiado largo y mirada severa, junto con unos labios exageradamente rojos-. ¡Já! No podría creer que te gusta.
Si bien intentaba hacer una broma, su tono no era irónico y con guiñarme el ojo solo parecía que su frustración aumentaba. Largué una carcajada, le recordé que había dicho que tenía novia, lo cual era falso pero divertido, y le comenté que el tono lúgubre de la señorita me impactaba como personal de la institución que debía saber del estado de los alumnos (sí, esas palabras les hicieron recordar que se encotraban hablando con un mayor, razón por la cual se empezaron a aburrir del tema).
- Su nombre es Lucy, tan yanquie como suena, y es lúgubre por decición propia. No me extrañaría que de noche hiciera esos rituales satánicos -movió las manos como lo estubo haciendo durante toda la discución- y por eso tiene esas o-je-ras -remarcando la última palabra, acercó sus dedos índices hasta sus ojos y señaló debajó de estos.
Suficiente información me habían dado, eliminando las suposiciones, ahora podría hablar con la muñeca.

Les puedo jurar que de todas las coses que he escrito, esta es la más difícil. Temas cotidianos, te odio u.u

viernes, 5 de noviembre de 2010

Rosita
porque si la vida no te sonrie, contale un chiste.

martes, 2 de noviembre de 2010

Si tuviera que definir como me siento cada vez que caigo con la misma imaginaria piedra, tendría que describir principalmente el nudo en la panza. La experiencia siempre nos logra dar pasos cada vez más distanciados, lo que no evita el mismo dolor al tropezar. La edad que no significa madurez, no me sorprende como el imán funciona.
Intentando ser una persona simple, que sabe que los problemas van a llegar, calmar la tormeta solo me lleva al ojo de ella. Cuando no sé si mañana van a pasar las horas como lo vengo previendo, ¿podría pedir por calma y silencio?
Un lugar donde solo tu susurro pueda escuchar.

Es aquí cuando te das cuenta que solo estas en un sueños, que los maniquíes ya no te persiguen
[ . ]

lunes, 1 de noviembre de 2010

Hay veces que es tan difícil de explicar todo lo que sucede por la cabeza en palabras y que el otro escuche totalmente, que ambas ideas que ya se encuentran mezcladas en tu cabeza salen como si fueran una sola, transformando un pequeño pajarito en un dragón que nunca quisiste decir. No solo son las pocas palabras que el interpretador desea escuchar, si no la importancia que le da a aquello. Es por eso que me cuestiono, en esta sociedad actual, ¿es más importante la información que uno recive o la que uno da? Dejar al otro impresionado, creo que es aquello.
(es así como me doy cuenta que no me expreso con la lengua si no con el lápiz, que ironía)