domingo, 15 de mayo de 2011

No hago deporte, no me gustara el futbol. El mate lo prefiero amargo, igual que el chocolate, y un buen café me hace feliz. No puedo pasar un día sin bañarme, tardo décadas en limpiar los platos. Soy fanatica del anime, los comics, y la cultura oriental. No sueño con Paris, me encantaría ir a África. Suelo ignorar a la gente, cuando alguien me parece estúpido suelo hacerlo notar y cuando alguien me parece inteligente, en vez de alagarlo intento deprimirlo (rara vez funciona, y solo me hace quedar peor). Amo a mis amigos por sobre todas las cosas, cuando alguien llora se me parte el corazón. Tengo una moral extrañamente extraña y no creo en la iglesia. Siento que uno no deberia tener esperanza, que la paciencia le gana a todas las virtudes. Me puedo reir de alguien en la cara, o darle mi mejor sonrisa cuando siento que esa persona me gusta. Me parecen lindos la mayoria de los hombres que conozco, pero no llego nunca a enamorarme. Mis amigas son hermosas, quien diga lo contrario puede recibir una piña mia, la cual no va a producir ningun daño. Quiero estudiar una carrera que no tiene futuro, me frustro si algo no me sale. No suelo terminar las cosas, soy perfeccionista. Prefiero dormir a tener interaccion humana. Creo en diversos mundos paralelos. No se bailar, no se cantar. Puedo estar horas en la ducha, amo estar limpia. Soy rata, amo hacer regalos. Me gusta ver a la gente feliz. Odio las confeciones por chat/mensaje de texto. Estoy a punto de quedarme sorda. No puedo evitar hablar formalmente con la gente que no conozco.
No soy perfecta, pero si no me queres con lo que tengo, no vas a obtener nada de más.

domingo, 1 de mayo de 2011

Desdeñosa y esquiva, no fue la primera ni será la última vez que me relacionan con un bloque de hielo. Aunque no lo crean, todo ser que fue criado en este mundo y llamado humano ha tenido sentimientos a no ser que se le haya diagnosticado la locura y, para ser francos, no me considero tan fuera de mí.
Llegada esa época del año donde las puntas de mis dedos se ponen coloradas y secas, donde no puedo evitar un leve temblar de mi cuerpo y la necesidad de usar abrigos de gran tamaño; crecí escuchando que yo no debería tener frío, que este es mi estado natural.
Después de todo esto se me hizo una costumbre hacer oídos sordos a muchas de las burlas, y el aislarme como modo de protección. Por lo que no fue raro, no notar alguna diferencia la primera vez que chocamos, solo de hombros, aquella vez que me pediste disculpas y yo, sin notar el gesto amable, seguí mi camino.
Si bien puedo ignorar una, dos, tres, cuatro veces el mismo procedimiento, las mismas palabras, el mismo lugar; no va a dejar que lo empiece a notar. Lo más probable es que ese haya sido su fin y, ahora que lo pienso, me agarran escalofríos.
Hubo un solo día, un solo instante, en el cual si no me hubiera acordado, a último instante, en último momento, que me había olvidado algo crucial, demasiado importante para mi próxima entrega, algo que no debía perder, quizás, capas, no me habría dado vuelta, girado, y provocado un segundo golpe, un segundo encuentro, donde ahora su mirada se encontraba con la mía y esas palabras que ya se encontraban en mi cabeza de memoria y que nunca devolví se quedaron en su garganta y, provocando un calor en mis mejillas, ahora sea yo la que cambia el guión.
- Perdón - las palabras salieron secas y casi inaudibles, seguidas de un tragar y un leve movimiento de mi mandíbula, a pesar de que no logré decir más. Alejé su vista de la mía y quise seguir mi camino, cuando me di cuenta de que, ahora y debido a mi olvido, íbamos a la misma dirección.
Sí, esta bien, me espera su cuestionario. Por lo tanto, no fue cuestión de mucha lógica o razonamiento al dar respuestas, "no sé", "depende", "no" y, sin embargo, no hubo palabras para su última pregunta, donde me miró directamente con una inocente sonrisa en el rostro.
- Habrá posibilidad de que, la próxima que nos choquemos, me sigas la conversación?

No es que yo haya podido evitarlo, con mi poca experiencia y me débil compostura. Solamente debía decir un par de palabras monótonas y repetitivas cuando nos cruzáramos, saludarlo al notar su presencia. Era sencillo y, aunque me cueste admitirlo, encantador.
Fue entonces cuando noté que mucho más de lo que sabía que podía llegar a contar salía de mi como si fuera natural. Quién diría que, una persona la cual camina por caminar pero nunca nota lo que se encuentra a su alrededor tendría tanto por decir. Nunca quise, lo admito, declarar tanto, pero las palabras fluían como si siempre hubiera sido natural para mi hacerlo.

Ahora que lo noto, su paciencia y trabajo conmigo fueron insuperables y, si bien no entiendo su interés por mi, lo aprecio demasiado. Con sus brazos en mi cintura, sus ojos cerrados y una sonrisa en la comisura de los labios, es el momento en el que noto que daría todo por él.


(Romantic-mode) Hace mucho que no escribo, asi que perdón por los mil y un errores.