viernes, 1 de octubre de 2010

Creo que las mañanas lo hacían soñar. Puede ser, a veces era imposible de interpretar inclusibe para su propio creador, que tenga un extraño amor por los ojos cansados, las caminadas lentas, las espaldas altas en un día que todavía no empieza por lo que no hay nada de que preocuparse o de las verdaderas, las que todavía no consiguieron seguridad o confianza, sonrisas. Sería muy simple, demasiado, dejar las horas pasar y que el momento quede de esta manera, así no tendría que pensar. Dejandose llevar por sí mismo, que él imagina ser otro para poder disfrutar de las palabras que libera que ya son propias, analiza su postura y observa que lo que lo hacía feliz cambia en esa rutina diaria y que, por extraño que parezca, no es la rutina lo que lo aterra si no como arruina esa rutina a los que, inevitablemente, se encuentran a su lado. Mientras él deja que lo lleven sus pies y ese hombre que habla un mismo idioma y, sin embargo, solo se lo puede entender si se lo escucha con atención.
No recuerda el momento del día, seguramente era de tarde pero el sol aún no había bajado. Suposiciones llevan a que era un agradable día de verano, posiblemente marzo ya que puede asegurar que había estudiantes riendo por las calles. Fue aquel que usaba las palabras que él había aprendido pero mezcladas y formando analogías que prendían focos -de conflicto dirían, pero solo hablo bajo suposiciones- dentro de su ser. Intentando negarlas, apagarlas, ignorarlas; hubo un cambio. Quien lo habrá mirado fijo podría decirlo, sus ojos cambiaron y su expresión se mostró sebera.
Habrá sido que, por fin, la rutina lo aplastó, o él quiso aplastar a la rutina.


(quería hacer algo diferente y terminé con lo mismo de siempre :/)

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