lunes, 1 de marzo de 2010

Siento que tanto las pesadillas o los sueños estan sobreestimados. Es decir, uno puede pensar en un futuro luminoso o, quizás, ser más pesimista y pensar en las caídas que uno sufrirá en la vida.

Sin embargo, el futuro que nos depara no está escrito, por lo que los sueños son irrelevantes en la vida.

No hablo de los planes que lleguemos a tener, si no aquellas imágenes un tanto borrosas que solemos tener cuando cerramos los ojos a la noche o cuando la lección de economía se nos vuelve aburrida.

Los sueños, generalmente, nos muestran una realidad que no existe, una fantasía que no llegará a ser más que un cuento. Por eso odio los sueños, porque sé que nunca se van a volver realidad.

(Y por eso odio soñar con vos)

Al cambio, amo las pesadillas. Ellas son sueños, vistos desde un punto de vista negativo aunque, a pesar de que nos pueden dar escalofríos o nos hacen pegar unos lindos gritos o llandos, me encantan.

Porque me hacen ver lo lindo que es la realidad.

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